Murió Gustavo Roldán, un grande de la literatura para chicos
Considerado uno de los mayores autores de literatura infantil, falleció hoy en Buenos Aires a los 76 años por un cuadro de insuficiencia respiratoria.
Para él no había temas para lectores niños, sino que los grandes temas eran especialmente para ellos. “A los chicos les interesan las temáticas más fundamentales que les interesan a los grandes, no los temas tontos”, decía Gustavo Roldán. La mayoría de sus personajes son animales que viven en el monte, y cual si fueran personas, les pasan cosas y exponen los valores sociales que a Roldán le parecía importante destacar. Así aparecen zorros, sapos, tatúes, piojos, bichos colorados y ñandúes a través de los cuales aborda temas universales, como el amor, la amistad y la muerte.
Roldán nació en Saenz Peña, Chaco, en 1935. Criado en el monte, era Licenciado en Letras Modernas y trabajó como periodista, docente y editor de colecciones para chicos. Nunca respetó los márgenes. Fue justamente a fines de los ’80 cuando se originó un revuelo por La canción de las pulgas, parte de El Pajarito Remendado, donde siete pulgas cantan “pata, peta, pita, pota, puta”. Estaba en contra de la intención moralizante de la literatura para chicos. “Hay demasiados educadores –los padres, la policía, la escuela y las iglesias–; la función de la literatura es cualquier cosa menos esa. Que de paso también educa, sí, pero esa no es su función”, dijo el año pasado a Ñ digital en la presentación de su libro El último dragón para integrar las colecciones Torre de Papel y Zona Libre 2011 de la editorial Norma.
Roldán escribió más de sesenta libros para chicos, entre los que se encuentran El día de las tortugas, Historia de Pajarito Remendado -que dio lugar a la colección que lleva el mismo nombre-, El carnaval de los sapos, Prohibido el elefante, y Todos los juegos el juego, entre otros, por el que recibió el Segundo Premio Nacional de Literatura Infantil, entre muchas otras distinciones. Además, fue jurado de múltiples concursos literarios nacionales y del Premio Casa de Las Américas, Cuba, 1989, y colaboró en revistas infantiles como Billiken y Humi.
“Cuando hoy temprano nos avisaron de la muerte de Gustavo Roldán sentimos muchas penas juntas. Por lo que Gustavo era como persona, como ser humano entrañable, culto, piola, rápido, despierto, amigo. Por lo que Gustavo era como escritor -narrador, poeta-, este chaqueño al cual, recorriendo nuestra Argentina, descubrimos que leían, querían, admiraban y tenía fans juveniles en todo el país”, expresó la SEA en un comunicado de prensa, institución donde Roldán integró varias comisiones directivas y junto a su mujer, Laura Devetach, defendía que la literatura para chicos es literatura, y punto. “Las obras tienen que ser para todos, no tiene que haber dos literaturas. Me crié en el monte escuchando historias y no había una diferencia: si había un grande, era para grandes, si había un chico, era para chicos”, había dicho en la misma presentación.
"En un mundo donde se derrumban los valores, todavía —creo, quiero creer—, todavía quedan los libros como un baluarte de la dignidad. Un libro es una llave, es una puerta que puede abrirse, es una habitación donde se encuentra lo que no se debe saber, es un ámbito de conocimiento de la verdad y de lo prohibido, que deja marcas que después no se pueden borrar”, dijo en la conferencia “La aventura de leer” en el marco del Congreso Mundial de Bibliotecas e Información IFLA 2004.
Se fue uno de los autores más grandes de literatura infantil. Como baluarte, como llave de la verdad y lo prohibido, como marcas que no se pueden borrar, para siempre quedarán sus libros.
Roldán nació en Saenz Peña, Chaco, en 1935. Criado en el monte, era Licenciado en Letras Modernas y trabajó como periodista, docente y editor de colecciones para chicos. Nunca respetó los márgenes. Fue justamente a fines de los ’80 cuando se originó un revuelo por La canción de las pulgas, parte de El Pajarito Remendado, donde siete pulgas cantan “pata, peta, pita, pota, puta”. Estaba en contra de la intención moralizante de la literatura para chicos. “Hay demasiados educadores –los padres, la policía, la escuela y las iglesias–; la función de la literatura es cualquier cosa menos esa. Que de paso también educa, sí, pero esa no es su función”, dijo el año pasado a Ñ digital en la presentación de su libro El último dragón para integrar las colecciones Torre de Papel y Zona Libre 2011 de la editorial Norma.
Roldán escribió más de sesenta libros para chicos, entre los que se encuentran El día de las tortugas, Historia de Pajarito Remendado -que dio lugar a la colección que lleva el mismo nombre-, El carnaval de los sapos, Prohibido el elefante, y Todos los juegos el juego, entre otros, por el que recibió el Segundo Premio Nacional de Literatura Infantil, entre muchas otras distinciones. Además, fue jurado de múltiples concursos literarios nacionales y del Premio Casa de Las Américas, Cuba, 1989, y colaboró en revistas infantiles como Billiken y Humi.
“Cuando hoy temprano nos avisaron de la muerte de Gustavo Roldán sentimos muchas penas juntas. Por lo que Gustavo era como persona, como ser humano entrañable, culto, piola, rápido, despierto, amigo. Por lo que Gustavo era como escritor -narrador, poeta-, este chaqueño al cual, recorriendo nuestra Argentina, descubrimos que leían, querían, admiraban y tenía fans juveniles en todo el país”, expresó la SEA en un comunicado de prensa, institución donde Roldán integró varias comisiones directivas y junto a su mujer, Laura Devetach, defendía que la literatura para chicos es literatura, y punto. “Las obras tienen que ser para todos, no tiene que haber dos literaturas. Me crié en el monte escuchando historias y no había una diferencia: si había un grande, era para grandes, si había un chico, era para chicos”, había dicho en la misma presentación.
"En un mundo donde se derrumban los valores, todavía —creo, quiero creer—, todavía quedan los libros como un baluarte de la dignidad. Un libro es una llave, es una puerta que puede abrirse, es una habitación donde se encuentra lo que no se debe saber, es un ámbito de conocimiento de la verdad y de lo prohibido, que deja marcas que después no se pueden borrar”, dijo en la conferencia “La aventura de leer” en el marco del Congreso Mundial de Bibliotecas e Información IFLA 2004.
Se fue uno de los autores más grandes de literatura infantil. Como baluarte, como llave de la verdad y lo prohibido, como marcas que no se pueden borrar, para siempre quedarán sus libros.
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